Como tantos niños de mi generación, tuve la inmensa fortuna de ver en una sala de estreno 'La guerra de las galaxias', por supuesto a una edad muy temprana. No hace falta comentar la tremenda experiencia que supuso para mi yo infantil.
A partir de ahí me dediqué a vigilar la cartelera y la programación de los cines en busca de películas similares. Por supuesto y como suele suceder tras cualquier gran éxito de taquilla, no tardaron en aparecer.
'Los invasores del espacio' (1978), 'Star crash - choque de galaxias' (1978), 'Flash Gordon' (1980), 'Krull' (1983), 'Los 7 magníficos del espacio' (1980)... confieso que acosé y perseguí a todos en casa para que me llevasen a ver esas cintas y mas. Y eso incluyó remontajes de episodios de algunas series de televisión, como 'Buck Rogers en el siglo XXV' o 'Battlestar Galactica', que se estrenaron en cines para aprovechar la fiebre por el género desatada por George Lucas.
Una de las pocas películas que se me escapó en aquel momento fue ésta, 'El mundo que viene'. Recuerdo haber visto el poster en algún cine del barrio y haber babeado admirándolo. Sin embargo, en aquella ocasión no logré que me llevaran a verla.
Ahora, rebuscando en el catálogo de mi plataforma favorita la he encontrado. Y he podido saldar al fin esa vieja cuenta pendiente de cinefilia infantil. Craso error!
'El mundo que viene' está supuestamente basada en un libro de H.G. Wells, del cual solo alberga en común el título y el nombre de un protagonista. En la cinta, la humanidad sobrevive en la Luna tras quedar la Tierra en un estado deplorable y tal. Pero un planeta llamado Delta 3 se proclama en rebelión y ataca las colonias lunares, estrellando una nave contra su capital, Nueva Washington. El responsable del atentado es Omus (Jack Palance), quien controla un ejército de robots y lo que es peor, la producción de una sustancia indispensable para sobrevivir a las radiaciones letales en la Luna. Para solucionarlo, el doctor Caball (Barry Morse) aborda la única nave capaz de llegar rápido a Delta 3, una especie de versión desmontable del 'Enterprise' llamada Rayo Estelar. Le acompañan en la hazaña su hijo (Nicholas Campbell), una chica rubia que ha agotado toda la provisión de laca para el pelo de la Luna (Anne-Marie Martin) y el simpático robot 'Chispas', que por algún motivo tiene la propiedad de teletransportarse.
La película es un disparate urdido por cuatro canadienses con escaso talento y menos presupuesto pero amplias ganas de hacer taquilla. Lo que tenemos es un 'exploit' cutre de las aventuras de la familia Skywalker, que ya de paso se permite la licencia de manosear el nombre de H.G. Wells para atraer mas público.
Y es que 'El mundo que viene' es cutre, desmañada, ridícula y lo que es peor, soberanamente aburrida. Su director, George McCowan, se dedica a llenar metraje y mas metraje con diálogos absurdos que incluyen divagaciones filosóficas, monólogos de primero de super-villano megalómano con ese Jack Palance en horas bajas y, por supuesto, un montón de jerga pseudo técnica-científica digna de los peores episodios de 'Star Trek'.
Solo algunos momentos delirantes y sublimemente torpes salvan la función, pero tampoco son constantes ni abundan tanto como me gustaría. Si, da para varias carcajadas, pero alcanzar a verlos todos requiere armarse de paciencia.
Entre lo mas divertido: los combates humanos-robots son increíbles, lástima que solo haya un par porque son muy cómicos. También merece la pena la aparición en forma de holograma gigante giratorio de Jack Palance en mitad del campo y una escena de ingravidez a cámara lenta de lo menos inspirada.
En lo demás, tenemos todo el repertorio de pifiadas: un actor de renombre como John Ireland que parece no entender nada de su papel; un diseño de producción risible que incluye uniformes horteras de tela de chándal, ordenadores y paneles de control con lucecitas que parpadean sin motivo y robots que parecen diseñados por un niño de 6 años; y maquetas de naves y efectos especiales que se hicieron con el presupuesto para tabaco con el que contaba John Dykstra en 'Star wars'.
Claramente la cinta está destinada a un público infantil, pero hasta en eso la cagaron: la película incluye dos muertes muy violentas, la de un personaje al que le fríen el cerebro con algo parecido a las microondas y otra en la que un robot aplasta con una roca la cabeza de un tipo.
En fin, si tu pasión por el género es proporcional a la de tu capacidad de sufrimiento, puedes darle una oportunidad. En caso contrarío, avisados quedan.
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