El exitoso estreno de 'Conan el bárbaro' propició una avalancha de imitaciones, todas tremendamente inferiores en presupuesto. El siempre sagaz Roger Corman fue uno de los primeros en ver negocio en el asunto. Raudo firmó un acuerdo con una productora argentina para filmar en coproducción algunas películas y sacar tajada del interés del público por aquel nuevo género de espada y brujería. La primera de ellas fue ésta, 'Deathstalker', a la que siguieron otras 3 secuelas y otros títulos del mismo estilo.
La película narra las aventuras de Stalker (Richard Hill), guerrero de dudosa moralidad que acepta el encargo de la bruja Toralva (Verónica LLinás, alias Lillian Ker) para recuperar unos objetos místicos en manos de un hechicero maligno (Bernard Erhard). Contará con la ayuda de una espada mágica que vuelve invencible a su portador y de Kaira, una rubia que se le une por el camino (Lana Clarkson, tristemente conocida al morir asesinada por el productor musical Phil Spector). La celebración de un torneo de luchadores servirá a Stalker para colarse en la fortaleza del hechicero y enfrentarse a él.
Lo primero que llama la atención de esta película es su póster. Obra del ilustrador Boris Vallejo, seguro que fue una notable aportación al éxito de la cinta en alquileres de videoclub. Es violento, fantástico, un punto sexi y evocadoramente pulp, que es como decir 'molón que te cagas' pero en fino. 'Deathstalker' costó unos 400.000 dólares de la época y recaudó cerca de 12 millones, casi todos generados en el formato de explotación doméstico.
De hecho la cinta posee una modesta pero fiel legión de admiradores, casi todos adolescentes en los ochenta que la debieron alquilar y rebobinar hasta desgastarla, ávidos por revivir una y otra vez las hazañas de su bárbaro protagonista. Hay incluso unos comics (apadrinados por Slash. Sí, el guitarrista de los Guns n' Roses) que la adaptan de forma bastante libre.
Formalmente, la película es nefasta. Si alguien cree que ese status de culto le va a hacer descubrir 'una modesta joya del cine de acción' o cualquier otro apelativo cursi por el estilo, va apañado; sus fans mas devotos probablemente sean capaces de tragarse sin rechistar cualquier cosa en la que aparezca un fulano hipermusculado en taparrabos empuñando una espada. Y eso sin contar el recuerdo nostálgico de unos primeros babeos preadolescentes por un montón de chicas desnudas y ampliamente manoseadas que aparecen en la cinta a cada momento.
No, no es una buena película. Está a años luz de serlo. Lo cual no quita que pueda ser un espectáculo divertido, siempre y cuando tengas claro lo que te vas a encontrar.
Aquí tenemos un héroe de destreza cuestionable con la espada (las coreografías de lucha son, digamos, poco inspiradas) y peinado lacado ochentero, capaz de salvar a una moza de ser abusada para luego... violarla él! Pero también hay un hechicero maligno con un tatuaje facial que cambia de lado según la escena, decotados de cartón-piedra que no pasarían el control de calidad como escenografía en un parque temático y un tono de misoginia y de violencia hacia las mujeres absolutamente delirante.
Aquí hago un punto y aparte sobre este tema, porque de veras que lo de 'Deathstalker' es digno de psicoanálisis; practicamente todas las mujeres que aparecen aquí lo hacen semidesnudas y casi todas son violentadas, manoseadas o abusadas. El momento cumbre es una escena en la que el mago maligno transforma en mujer a uno de sus secuaces para asesinar al protagonista, éste le descubre y... intenta violarlo también! Claramente, no es una cinta que puedas recomendar a alguien a quien le moleste la cosificación femenina en el cine. Si ese término (si, cosificación) no te dice nada, sigue leyendo que esta es tu peli.
Más allá de esto, 'deathstalker' se despoja sin prejuicios de cualquier atisbo de buen gusto para ofrecer un universo propio donde todo se sacrifica en el altar de lo comercialmente salvaje. Hay tantas y tantas chicas exhibiéndose, que terminan convirtiendo la película en algo parecido a un concurso de top-less de discoteca de pueblo. Hay violencia gratuita, con un gore de mercadillo que incluye cabezas y brazos saltando por los aires. Hay momentos perturbadores, como un chico muy joven al que el hechicero arranca ojos y dedos para alimentar a su mascota infernal... Pero también un brutal hombre-cerdo, monstruos y sub-humanos con ese toque tan típico de las pelis de videoclub y un uso imaginativo de la puesta en escena y de la fotografía que eleva la película algo por encima de su grotesco guion.
En fin, esta es una de esas películas malas que puedes acabar adorando o que, simplemente, quizás no logres acabar de ver. Personalmente, reconozco que se ha convertido en un placer culpable mas, y eso que yo no la ví en su momento. Personas sensibilizadas con la misoginia o de reconocido buen gusto cinematográfico, abstenerse.
Esta película también es conocida como 'El cazador: el último rey guerrero'.
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